Hoy se cumplen 2 años desde que tuve la fortuna de poder realizar uno de mis sueños de toda la vida: visitar Nueva York. Y al igual que sucedió el año pasado, es un día para la nostalgia y el recuerdo pues aquellas 3 semanas fueron de lo mejor que he vivido nunca. Sigo recordando aquellos días como si hubieran sucedido ayer mismo, y eso hace que desee aún con más ganas volver allí algún día.
Sería estupendo volver a ver un Empire State que ya impresiona desde la distancia, cuando lo ves por pimera vez desde los grandes ventanales del Aeropuerto JFK. Sería increíble volver a experimentar las sensaciones de viajar en un laberíntico sistema de metro capaz de trasladarte a casi cualquier punto de la ciudad. Me encantaría volver a sentir el atardecer sobre Nueva York mientras el ferry surca la bahía en dirección a Staten Island, pasando delante de la Estatua de la Libertad.
Daría cualquier cosa por volver a pisar Central Park y perderme en sus cientos de caminos mientras me olvido de que estoy en pleno centro de una de las ciudades más bulliciosas del planeta. Mataría por volver a degustar una de esas estupendas pizzas que, junto con la fruta de los puestos callejeros, fueron la base de nuestra alimentación durante 3 semanas. Ojalá pudiese volver a recorrer una vez más el SoHo, visitando las innumerables tiendas que pueblan un barrio que hace verdadero honor a la palabra “multicultural“.
A pesar de lo que me quejé aquel día, no me importaría nada volver a recorrer de punta a punta el puente de Brooklyn para regresar a Manhattan, por la noche, cuando las luces de la ciudad te recuerdan que no existe otro lugar parecido en el mundo. Y tampoco me quejaría si pudiera volver a hacer aquel tour en autobus por diversas localizaciones de la ciudad donde se han rodado algunas de las películas y series más conocidas del mundo.
Yo, que soy una persona que no tiene mucho aprecio por las discotecas, haría lo que fuese necesario por poder revivir aquella mítica noche en una discoteca de no recuerdo qué calle, en la que de tanto jaleo que armábamos en la calle por lo pronto que habían cerrado, los vecinos tuvieron que avisar a la policia. Fue desternillante huir de allí a la carrera, o el momento en que un neoyorquino que pasaba por allí se nos acercó y nos dijo con gracia “los españoles sí que saben montar buenas fiestas”.
Y ese es otro de los gratos recuerdos con los que me quedo: la amabilidad de la gente. Bueno, excepto por algunas dependientas de Macy’s, que destilaban mala uva con sólo mirarte. Recuerdo precisamente la primera vez que fui a esos grandes almacenes. Iba a acompañar a una amiga a que se comprase unos vaqueros. Salimos del metro a varias manzanas del centro comercial porque no teníamos muy claro qué parada quedaba más cerca. Además, íbamos contrarreloj porque no quedaba mucho para la hora de cierre de Macy’s. Tras varios minutos andando por instinto, y mientras revisábamos el plano de la ciudad por enésima vez, se nos acercó una señora mayor que nos vio pintada en la cara la palabra “turistas” y nos preguntó dónde queríamos ir. Gracias a sus indicaciones, en 3 minutos estábamos recorriendo los 11 pisos del enorme centro comercial que es Macy’s.
Recuerdos como la familiaridad que teníamos con la gente que llevaba el sitio donde íbamos a comer casi todos los días, o la anécdota en la que una pareja de Carolina del Norte me prestó el teléfono para quejarme porque el bus del tour de las series había salido antes de tiempo (lo cogimos de milagro en su primera parada), o el estar en la Apple Store de la 5ª Avenida y que no hubiese ni un minuto sin que se te acercase un dependiente a preguntarte si podía ayudarte en algo mientras ojeabas un MacBook, o la visita al lugar donde solían estar las Torres Gemelas, o el momento limusina Hummer disfrutando de la noche de la ciudad que nucna duerme, o lo bien que te trata la gente cuando paseas por la ciudad con una camiseta de los New York Yankees… todas esas cosas son imposibles de olvidar.
Al igual que es imposible de olvidar a toda la gente que conocí, y a los que no pasa ni un día sin que los eche de menos. Por ellos y todos los recuerdos de los momentos que pasamos juntos… New York, I miss you!
NOTA: No llegué a subir a Flickr todas las fotos que hice en aquel viaje, pero prometo que pronto las tendréis todas disponibles.